El Círculo de las Artes de Lugo disfrutó este lunes de una jornada histórica. Nada menos que el legendario Viktor Korchnoi disputó 25 partidas simultáneas en sus instalaciones. Korchnoi, uno de los ajedrecistas más importantes del siglo XX, no olvida que el régimen de la URSS le dio la espalda y apostó por jóvenes más afines que él a la ideología comunista, como Karpov. Korchnoi es una de las leyendas vivas del ajedrez mundial. No en vano, es considerado el mejor jugador de la historia que no consiguió ganar el título mundial. A sus 77 años, Korchnoi, ruso nacionalizado suizo, mantiene vivo su amor por el ajedrez y se atreve a jugar partidas simultáneas con hasta 25 jugadores, como este lunes en el Círculo de las Artes, donde concedió esta entrevista que este martes publica el diario El Progreso en su edición impresa.
Disputó dos finales por el título mundial, en 1978 y 1982, ambas ante Anatoly Karpov, ¿cómo las recuerda?Ahora tengo 77 años y eso pasó hace 25. Me enfrenté con Karpov y, en aquel momento, desde la URSS se quería que él fuese el campeón. Leonidas Brezhnev, el secretario general del PCUS, no ocultaba que no quería que yo fuera el ganador.
¿Cuál fue la partida más difícil de su vida? El Mundial que jugué con Karpov en 1978. Fue muy igualado. Llegamos al último ‘match’ igualados y perdí. Ahora la gente me pregunta por qué?. Creo que Dios no me dejó ganar y mi respuesta siempre es la misma. Uno de mis analistas en ese campeonato, Mikhail Tal, me dijo doce años después de la partida que cree que me habrían matado si hubiese ganado. Creo que Dios me permitió seguir vivo y entretener a la gente con mi ajedrez.
Los jugadores plasman su forma de ser sobre el tablero, pero en su caso no es así, ¿por qué? Lo habitual es eso, pero en mi caso no. Un buen día me di cuenta de que en mi caso no se daba esa correspondencia. Yo era conocido por ser un gran defensor, pero en mi vida no estoy a la expectativa. Lo entendí muy tarde, con 45 años. No plasmaba mi forma de ser sobre el tablero, por lo que podría decirse que el verdadero culpable de que nunca ganara el Mundial fui yo.
Tiene el sobrenombre de Viktor El Terrible, ¿de dónde viene? Me lo puso un periodista muy famoso en la ex Yugoslavia. La Unión Soviética jugó varios ‘matches’ contra Yugoslavia y yo era el que mejores resultados tenía contra sus jugadores. Pese a todo, es un sobrenombre que no me gusta. En primer lugar, porque ese periodista defendía a Karpov y, en segundo, porque el apodo no se traduce así, aunque el sentido es ése.
¿Considera que el ajedrez evolucionó gracias a la labor de grandes maestros como usted o Bobby Fisher? Es una pregunta difícil, ya que es cuestionable hasta qué punto se puede entender el ajedrez como una profesión, pero Fisher hizo grandes esfuerzos por mejorarlo y acercarlo al profesionalismo, algo en lo que también me esforcé.
¿Qué ocurriría si se enfrentaran los grandes maestros de ahora con los de antes? El ser humano siempre ha sido inteligente. Grandes maestros los había antes y los hay ahora. Lo que pasa es que cambió la preparación. Hoy es mejor gracias a los ordenadores. Los jugadores de ahora ganarían a los de antes.
¿Qué siente al ser considerado como el mejor jugador del mundo que no logró el título mundial? Es algo que me enorgullece, aunque ya hace años que perdí la ambición de ser campeón del mundo. Antes, cuando la tenía y estuve cerca de conseguirlo, viví momentos muy dolorosos porque no lo logré.
Es el maestro más veterano del mundo, ¿piensa en la retirada? Pienso en eso siempre que pierdo. Al analizar la derrota pienso que no entiendo de ajedrez y que debería dejarlo, pero vuelvo porque tengo energía para continuar.
En el pasado, la Federación Soviética le dio la espalda y apoyó a otros jugadores, ¿le dolió? No creo que fuera sólo la Federación de la URSS. Se trataba de algo más poderoso. Había muchos estamentos y Karpov era el niño mimado. Todo estaba en mi contra y me di cuenta de que tenía que exiliarme. Ahora, cuando puedo, sigo visitando los países que formaban parte de la URSS y tengo la sensación de que están arrepentidos de lo que hicieron, de no haberme apoyado.
Jugó contra el mítico Maroczy por medio de un parapsicólogo La vida de Viktor Korchnoi siempre ha estado ligada al ajedrez, aunque, como él asegura, empezó "tarde a jugar, con 12 años". "Ése fue mi gran hándicap porque muchos de los grandes maestros de nuestros días son niños prodigio que empiezan a jugar desde muy pequeños", comenta.
Siempre tuvo el sueño imposible de enfrentarse a mitos como Capablanca y Maroczy. Y, aunque parezca increíble, Korchnoi ‘jugó’ contra el húngaro Geza Maroczy (fallecido en 1951) con la mediación de un parapsicólogo. "Es una historia curiosa. Un día me llamaron por teléfono para preguntarme contra quién me habría gustado jugar. Dije que contra Capablanca o contra Maroczy. La persona que me llamaba, el presidente de la Sociedad de Parapsicología de Suiza, me dijo que había contactado con Maroczy y que estaba dispuesto a jugar. Acepté. No sé a ciencia cierta contra quién jugué, si era Maroczy, Kasparov u otro. Creo que no era Kasparov, porque gané", asegura. Korchnoi pudo jugar esa partida gracias a la intervención de un parapsicólogo, la persona que presuntamente se ‘comunicaba’ con el espíritu de Maroczy, que le señalaba la jugada elegida. Para agregar más misterio, el médium no sabía jugar al ajedrez.








Véase por ejemplo, el empate de Grischuk con Jenkin, soso en la posición final pero muy picante desde la apertura. O la victoria del muy prometedor italiano Fabiano Caruana, de 16 años, sobre el durísimo británico Michael Adams. O la tortura que uno de los mejores del mundo, Peter Leko, ha sufrido frente al genial Vasili Ivanchuk, quien le ha doblegado tras 127 movimientos y más de seis horas en un final de torre y alfil contra torre, sin peones. Y mucho más pero, por favor, no vean el empate de Krámnik, que es un verdadero tostón. Al parecer, el anuncio del ruso tras perder con Anand de que iba a cambiar su estilo de juego no es de aplicación inmediata.
He dejado un párrafo aparte para la impresionante paliza que la georgiana Maia Chiburdanidze, excampeona del mundo, de 47 años, le ha dado con negras a la actual ocupante del trono, la rusa Alexandra Kosteniuk, de 24. El duelo era muy simbólico: la nueva imagen del ajedrez femenino (Kosteniuk es famosa por sus sesiones de fotos glamurosas) contra la más carismática representante de la vieja escuela de Georgia, donde al ajedrez femenino es muy importante y está avalado por una bonita tradición: ya en la Edad Media, la dote nupcial incluía un tablero de ajedrez. Hace tiempo que el rendimiento deportivo de Maia (quien otrora llego a disputar un torneo de Linares) bajó mucho, pero hoy se ha sentado con la picazón del orgullo, como diciendo a su joven rival: “Tú tienes más energía, pero yo sé más que tú”. Y lo ha demostrado de una manera muy didáctica: sacrificio de calidad por dos peones en la apertura, que da lugar a una posición cómoda para las negras pero, a primera vista, no preocupante para las blancas; pocas jugadas después, Kosteniuk ya estaba contra las cuerdas, estratégicamente perdida. Toda una lección magistral.
Mientras tanto, el ambiente en los pasillos está cargadísimo, con reuniones de las numerosas comisiones de la FIDE desde las nueve de la mañana. He hablado con varios árbitros, y todos están cabreados con el nuevo sistema de puntuación (dos puntos por victoria, aunque se gane por 4-0). Uno de ellos, el veterano y prestigioso finlandés Mikko Markkula, ha sido muy contundente: “Puedes citarme diciendo que los emparejamientos de las rondas tercera y cuarta fueron una ridiculez absoluta por su desigualdad, con diferencias de 50 puestos en la lista inicial. Vale, hemos forzado el sistema para que los encuentros de la primera ronda no sean tan desiguales, pero ahora nos hemos encontrado en la cuarta lo que hemos evitado en la primera, lo que insisto, es la mayor estupidez que he visto en este campo”. Si alguien tan experto y sabio como el finlandés dice eso, yo no tengo mucho que añadir. La verdad es que tiene más sentido puntuar por cada tablero, porque de ese modo cada partida es importante. Supongo que el cambio sirve para dar más emoción, porque ahora es mucho más difícil que un equipo se despegue en la clasificación, pero me da en la nariz, sin haber profundizado mucho, que el balance es negativo.
Sobre el lío tremendo de la Final de Candidatos Topálov-Kamski no se sabe nada concreto, pero es probable que mañana haya una reunión definitiva. Tras leer dos veces la última carta abierta del ínclito Chernenko, supuesto representante de Kamski y al mismo tiempo aspirante a ser el organizador del duelo en Ucrania, tengo la sensación de que el susodicho cree que los demás somos gilipollas. Sostiene Chernenko que si no ha depositado los 950.000 dólares que dice tener, tras haberlo anunciado tropecientas veces en los últimos nueve meses, es porque antes exige tener los contratos con la FIDE y con los jugadores. Me parece muy bien, yo haría lo mismo, pero cualquier persona dedicada a los negocios –e incluso yo, que no tengo nada que ver con ese mundo- sabe que existen las cuentas de depósito condicional (escrow, en inglés), donde tú ingresas el dinero pero la otra parte no lo cobra hasta que se certifique que tú estás satisfecho con lo recibido en la transacción. O sea, que este asunto es otro cachondeo más de los muchos que ha protagonizado la FIDE, y da una imagen pésima del ajedrez.
Hablemos de cosas más agradables. La Olimpiada de 2012 está entre Montenegro o Turquía; para la de 2014 se ha presentado ya la ciudad noruega de Tromso, con un bonito stand, y quizá haya una de Yucatán (estado del sur de México, cerca de Cancún), pero la horrible burocracia de ese país puede ponerla en peligro. Quien desee ir a la próxima, en 2010, que prepare ropa de abrigo porque será en Janti Mansiisk (Siberia).
También estaba en peligro la carrera deportiva de un gran talento cubano, Lázaro Bruzón, cuya disciplina no estaba en proporción a su categoría y altos objetivos. No sé hasta qué punto habrá influido el enorme progreso de su compatriota Leinier Domínguez, quizá con algo menos de talento pero muy disciplinado; el caso es que Bruzón es ahora un profesional ejemplar; por ejemplo, asómbrense, realiza cada día 150 flexiones como parte de su preparación física. Si yo fuera Reinaldo Vera, capitán de la selección cubana, no pondría objeciones a que Bruzón acudiese hoy al Bermuda Party, siempre que no haya excesos; el chico se lo ha merecido. Pero si ustedes creen que mañana les voy a contar lo que ha pasado en la fiesta, es mejor que esperen sentados porque no pienso hacerlo, salvo que sea algo realmente excepcional. Aunque la fiesta sea pública, no me gusta la idea de ser un fisgón cotilla. Además, mi prioridad ahora mismo es comer algo, tras no hacerlo desde las 14.00; son las 22.00, tardísimo para cenar en Alemania, salvo salchichas en la calle, de camino a las Bermudas. ¡A por ellas! ¡Auf Wiedersehen!
Fuente:
FEMENINO: Costa Rica 0.0 - Colombia 4.0






