¡Tiempo de decir adiós!

Por Mauricio Castro

Sorprende mucho la furia con que se aferran a la nada el núcleo duro de los directivos de la FCA.

Apuestan totalmente a vanas esperanzas. Es absurda su pretensión de que aquí no pasa nada y de que nadie se dio cuenta.

Parte de los probables elementos de juicio los aporta el directivo arrepentido tardíamente. Pues su relato parece verídico y consistente. No creo que sea un impostor.

Es de loca fantasía que pretendieran callar la renuncia del Licenciado en Derecho Jaime Murillo Arguedas. De la cual ya teníamos pleno conocimiento, así como de que hacía meses no participaba en ese carnaval de tropelías.

Esa pretensión era tan ridícula como la de ocultar por cinco meses la renuncia del señor Carlos Hernández, de la cual igual sabíamos casi que desde el mismo momento.

Créanme que yo sé lo duro de perder en política. He perdido en muchas ocasiones, las dos más recientes son conocidas de todos, pues en la Asamblea pasada ni siquiera se me permitió defender a la Asociación que me honró con una representación. Igual con el Recurso de Amparo.

Entiendo el temor de que, si renuncian, quienes entren podrán conseguir toda la documentación y todas las pruebas del desmadre. Pero eso no tiene reversa.

Ni piensen en cerrar cuentas o destruir documentos, que eso solo agravaría una situación que los tiene, no ya al borde del descredito político absoluto y hasta personal, sino al del barranco delictivo y penal, aunque no seamos expertos en la materia.

Y no crean tampoco que alguno podrá huir por la derecha, pues todos aprobaron la liquidación fraudulenta remitida al ICODER, así como las maniobras urdidas para esconder de los ojos gubernamentales el control del dinero.

La mayor responsabilidad le compete al Presidente y al Tesorero, como custodios de los fondos. Pero también el Vicepresidente está documental y testimonialmente embarrado, así como el Delegado Oficial en la Olimpiada de Alemania.

Y el Fiscal se va en la colada, pues en muchas ocasiones se le pidió, por todos los medios, que interviniese, investigara, actuara, pero tercamente se puso la camiseta y se contagió de la irresponsabilidad absoluta.

Lástima, porque mancha así una carrera casi impecable que había tenido a lo largo de tantísimos años.

No crean, tontamente, que si logran que en estos días el ICODER apruebe apresuradamente la liquidación quedarán exentos. No. Porque tramaron todo un plan para llevarlo a engaño, y eso más bien agrava su situación. Eso se lo pueden preguntar a la Asesora Legal-Asambleísta.

Supongo que estarán tirando dados, de que tenemos tantos votos, de que el Fiscal nos protege, de que la Administación superior del ICODER me salvará, de que por aquí y por allá.

No sueñen, pues uno va al entierro de los amigos, pero no se entierra con ellos. Y ningún político o Asambleísta no sectario resistirá el embate de una Auditoría, la Fiscalía General de la República y la Prensa.

Este será un trago amarguísimo para el ajedrez nacional, pero hemos pasado otros parecidos, aunque menos graves, y cuanto antes despejen la cancha, más rápido se recuperará, no este caparazón inservible y quemado, una piel nueva, conformada por gente experta, madura, mesurada y recta.

El mensaje es claro: ¡Llegó el tiempo de partir!