Disputó dos finales por el título mundial, en 1978 y 1982, ambas ante Anatoly Karpov, ¿cómo las recuerda?Ahora tengo 77 años y eso pasó hace 25. Me enfrenté con Karpov y, en aquel momento, desde la URSS se quería que él fuese el campeón. Leonidas Brezhnev, el secretario general del PCUS, no ocultaba que no quería que yo fuera el ganador.
¿Cuál fue la partida más difícil de su vida? El Mundial que jugué con Karpov en 1978. Fue muy igualado. Llegamos al último ‘match’ igualados y perdí. Ahora la gente me pregunta por qué?. Creo que Dios no me dejó ganar y mi respuesta siempre es la misma. Uno de mis analistas en ese campeonato, Mikhail Tal, me dijo doce años después de la partida que cree que me habrían matado si hubiese ganado. Creo que Dios me permitió seguir vivo y entretener a la gente con mi ajedrez.
Los jugadores plasman su forma de ser sobre el tablero, pero en su caso no es así, ¿por qué? Lo habitual es eso, pero en mi caso no. Un buen día me di cuenta de que en mi caso no se daba esa correspondencia. Yo era conocido por ser un gran defensor, pero en mi vida no estoy a la expectativa. Lo entendí muy tarde, con 45 años. No plasmaba mi forma de ser sobre el tablero, por lo que podría decirse que el verdadero culpable de que nunca ganara el Mundial fui yo.
Tiene el sobrenombre de Viktor El Terrible, ¿de dónde viene? Me lo puso un periodista muy famoso en la ex Yugoslavia. La Unión Soviética jugó varios ‘matches’ contra Yugoslavia y yo era el que mejores resultados tenía contra sus jugadores. Pese a todo, es un sobrenombre que no me gusta. En primer lugar, porque ese periodista defendía a Karpov y, en segundo, porque el apodo no se traduce así, aunque el sentido es ése.
¿Considera que el ajedrez evolucionó gracias a la labor de grandes maestros como usted o Bobby Fisher? Es una pregunta difícil, ya que es cuestionable hasta qué punto se puede entender el ajedrez como una profesión, pero Fisher hizo grandes esfuerzos por mejorarlo y acercarlo al profesionalismo, algo en lo que también me esforcé.
¿Qué ocurriría si se enfrentaran los grandes maestros de ahora con los de antes? El ser humano siempre ha sido inteligente. Grandes maestros los había antes y los hay ahora. Lo que pasa es que cambió la preparación. Hoy es mejor gracias a los ordenadores. Los jugadores de ahora ganarían a los de antes.
¿Qué siente al ser considerado como el mejor jugador del mundo que no logró el título mundial? Es algo que me enorgullece, aunque ya hace años que perdí la ambición de ser campeón del mundo. Antes, cuando la tenía y estuve cerca de conseguirlo, viví momentos muy dolorosos porque no lo logré.
Es el maestro más veterano del mundo, ¿piensa en la retirada? Pienso en eso siempre que pierdo. Al analizar la derrota pienso que no entiendo de ajedrez y que debería dejarlo, pero vuelvo porque tengo energía para continuar.
En el pasado, la Federación Soviética le dio la espalda y apoyó a otros jugadores, ¿le dolió? No creo que fuera sólo la Federación de la URSS. Se trataba de algo más poderoso. Había muchos estamentos y Karpov era el niño mimado. Todo estaba en mi contra y me di cuenta de que tenía que exiliarme. Ahora, cuando puedo, sigo visitando los países que formaban parte de la URSS y tengo la sensación de que están arrepentidos de lo que hicieron, de no haberme apoyado.
Jugó contra el mítico Maroczy por medio de un parapsicólogo La vida de Viktor Korchnoi siempre ha estado ligada al ajedrez, aunque, como él asegura, empezó "tarde a jugar, con 12 años". "Ése fue mi gran hándicap porque muchos de los grandes maestros de nuestros días son niños prodigio que empiezan a jugar desde muy pequeños", comenta.
Siempre tuvo el sueño imposible de enfrentarse a mitos como Capablanca y Maroczy. Y, aunque parezca increíble, Korchnoi ‘jugó’ contra el húngaro Geza Maroczy (fallecido en 1951) con la mediación de un parapsicólogo. "Es una historia curiosa. Un día me llamaron por teléfono para preguntarme contra quién me habría gustado jugar. Dije que contra Capablanca o contra Maroczy. La persona que me llamaba, el presidente de la Sociedad de Parapsicología de Suiza, me dijo que había contactado con Maroczy y que estaba dispuesto a jugar. Acepté. No sé a ciencia cierta contra quién jugué, si era Maroczy, Kasparov u otro. Creo que no era Kasparov, porque gané", asegura. Korchnoi pudo jugar esa partida gracias a la intervención de un parapsicólogo, la persona que presuntamente se ‘comunicaba’ con el espíritu de Maroczy, que le señalaba la jugada elegida. Para agregar más misterio, el médium no sabía jugar al ajedrez.
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